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PADRES E HIJOS EN LA EDAD MEDIA Y EN LA ETAPA DE LA FAMILIA TRADICIONAL

Durante la Alta Edad Media persistieron muchas de las caractersticas de la familia romana, aunque con notable y progresiva influencia de las culturas absorbidas por el Imperio.

De all que ciertos autores hayan optado por el ttulo de la Europa Brbara para denominar a los primeros tramos de este perodo. En el viejo continente y en esa poca, el trmino familia era tan poco preciso como en Roma, y como dice Guichard (1988) designaba con frecuencia "al conjunto del personal servil vinculado a un amo y a una casa", aunque se refera tambin al grupo de parentesco. La continuidad cultural de las regiones alejadas del Imperio y de aquellos reinos como los establecidos en los territorios que hoy conocemos como Italia, Francia y Espaa, no es una sutileza de los historiadores, sino un hecho que se impone rotundamente y se comprueba en documentos como en el cdigo sugestivamente denominado "ley romana de los burgundios".

La preocupacin por las normas de la herencia de bienes entre aquellos brbaros culturalmente ms prximos a lo romano, y la impregnacin de la mentalidad de los germanos por la guerra y el herosmo, no nos han dejado mucha literatura sobre los nios. La excepcin es el conjunto de tradiciones populares danesas e inglesas, en las que se revela el papel destacado que en la educacin y cuidados de los pequeos tena la figura del abuelo y el to maternos.

Entre las diferencias presentadas por los pueblos germanos con los hbitos romanos, est el rol materno en la aceptacin de la legitimidad e inclusin de un nio en el clan, si bien la correspondiente proclamacin solemne quedaba en manos del varn.

Entre los siglos IX y X el grupo domstico campesino en Francia, Alemania e Italia tena tres a cuatro hijos, se trataba de una familia conyugal en la que la lactancia se extenda aproximadamente durante dos aos. Esta familia conyugal se afirm progresivamente en el perodo comprendido entre el siglo XI y el XIII, con primaca de la corresidencia de padres e hijos, y una mortalidad infantil que se elevaba a la pattica cifra de 20 a 35%, por lo menos en Suecia y Polonia. Un dato igualmente desolador es el que brinda Burguire (1988) sobre la supervivencia de nios nacidos en Inglaterra y Francia antes de 1750: sobre 1000 partos al ao seguan vivos 799 en Gran Bretaa y 729 en Francia, y a los 10 aos las cifras haban descendido a 624 y 516 respectivamente. La posibilidad de sustitucin generacional difcilmente superaba a dos o tres hijos por pareja.

Fossier (1988) , refirindose a los siglos del segundo perodo mencionado en el prrafo anterior ha dicho "El nio aparece sumergido en una noche de la que Agustn (...) por nada del mundo querra conocerla de nuevo". Sin embargo las cosas no siguieron siempre un camino ascendente, ya que en el siglo XIV la costumbre de abandonar nios, sufre un recrudecimiento. El perodo de lactancia segua siendo prolongado (ms de dieciocho meses), y la desatencin era ms marcada con las nias que con los varones.

Dentro de este panorama tan desolador para nuestra sensibilidad actual, y sin que alcancen para contradecirlo, se dieron algunos signos de valorizacin de la vida de los nios. As Bresc (1988) comenta que "el infanticidio de los frutos deshonestos de los amores ilegtimos es severamente castigado con la hoguera" , aludiendo a crnicas de la ciudad de Paris. En la misma direccin se anota el hecho de que en la Baja Edad Media la familia normal se mostrara casi siempre deseosa de tener hijos, lo que puede demostrarse por la alta tasa de natalidad, especialmente entre los ricos. Muy posiblemente ello haya constitudo una respuesta al problema de la tambin muy alta tasa de mortalidad infantil (ms del 60%). Precisamente dicha cifra ha sido responsabilizada de la distancia afectiva de los padres hacia sus hijos recin nacidos, verdadero mecanismo de defensa frente a la muy posible prdida, y manifiesta sobre todo cuando el fallecimiento se produca en un pequeo de ms de un ao. Los nios que superaban esa edad generaban sentimientos que pueden inferirse de los relatos emocionales de las curas milagrosas recadas sobre ellos, y de la expansin iconogrfica del Nio Jess a lo largo del siglo XIV.

Para demostrar la existencia en aquellos matrimonios del deseo de un hijo, el mismo Bresc (ibid) describe algunas pautas del embarazo y del perodo de lactancia. Segn este autor la primera de ambas etapas "deba ser uno de los momentos privilegiados de la vida de la pareja: rodeada de prohibiciones y de amuletos consagrados, satisfecha en su menor capricho, la futura madre es llevada a la cama -o a la silla- de parto en una atmsfera de fiesta inquieta (no es raro que antes haga su testamento) y exclusivamente femenina. Despus viene la poca de las visitas y los regalos, hasta las ceremonias de purificacin efectuadas ante la Iglesia".

Cuando los hijos llegaban a la adolescencia la evolucin era distinta en cada uno de los dos sexos. Para los varones los cambios eran ms lentos pues la madurez social reconocida por los adultos era bastante posterior a la sexual, y se instrumentaba a travs de grupos informales de pares y de las tareas hogareas, en cambio la mujer muy rpidamente era considerada apta para el matrimonio, aunque luego necesitara la complementacin educativa de la suegra.

Insensiblemente nos hemos ido introduciendo en lo que ha dado en llamarse el perodo de la familia tradicional. Son pocas duras: del siglo XIII al XV las guerras y las epidemias modifican profundamente la estructura poblacional de Europa, y por cierto tambin sus costumbres. Como ya fue dicho reiteradamente, estamos empleando el sentido que Shorter (1984) le da al trmino familia tradicional : la comprendida entre el perodo de la Reforma-Contrareforma y la Revolucin Industrial. La Europa de esa poca no parece haber atribudo a los nios un lugar de privilegio, ya que desde muy temprano eran entregados a nodrizas profesionales que, bastante lejos del hogar, se ocupaban de los precarios cuidados que podan brindarles. Este hbito tan distante de nuestra sensibilidad someta a los nios a un dursimo viaje y a un perodo de dos aos de existencia muy difcil, con excepcionales visitas familiares. Las madres del medio rural recurran con mucho menos frecuencia a este trmite, ya que la prolongacin de la lactancia materna constitua uno de los pocos y precarios mtodos anticonceptivos empleados. Tampoco eran afectas a este mtodo de apartamiento infantil las pocas mujeres que trabajaban en la industria, y que preferan conservar a sus hijos junto a s an recurriendo al bibern. Entre los dems grupos sociales fue la clase media urbana la primera que abandon tan nefasta institucin.

La falta de amor de las madres “tradicionales” hacia sus hijos pequeos, que Shorter (ibid) ha interpretado como una consecuencia de la falta de espontaneidad y empata, no debe hacernos pensar que aquellas mujeres eran unos monstruos, sino simples exponentes de una sociedad que privilegiaba la eficiencia y la solidaridad comunitaria sobre la expresin de los sentimientos. En esa cultura la mujer se vea ms inclinada a considerarse esposa que madre.

La presunta indiferencia materna comenz a atenuarse ya durante el siglo XVII en las clases altas, y en las ms bajas cuando se descubri el mundo de la intimidad familiar y se di rienda suelta a la afectividad hasta entonces culturalmente reprimida.