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La sexualidad en la poca medieval
Cuidndonos de no caer en una generalizacin simplista nos asomaremos al panorama de la sexualidad durante la Edad Media a partir de un interesante y bien fundado trabajo de
Rossiaud
(1984).
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Me refiero a
"Prostitucin, Juventud y Sociedad en las Ciudades del Sudeste en el Siglo XV".
La fuente a la que recurri el autor para su ensayo es la de los sumarios y procedimientos en materia criminal instrudos por los procuradores-sndicos de las comunas de esa regin de Francia.
En los cincuenta aos transcurridos entre 1436 y 1486 se produjeron en la ciudad de Dijon, ciento veinticinco casos de violacin cuyo eplogo fue fatalmente el de otras tantas mujeres destinadas a trabajar en los prostbulos, an contra su voluntad expresa. Considerando que seguramente muchas de las violaciones realmente sucedidas pueden no haber sido denunciadas por vergenza, por temor a las represalias, o por acuerdo econmico con los victimarios, estos atentados deben haber sido muchos ms. Convengamos en que si se producan no menos de veinte violaciones cada ao, en relacin con las dimensiones poblacionales de las urbes de la poca, la cifra resulta muy significativa para determinar el grado de inseguridad reinante. El modus operandi era el siguiente: un grupo de no ms de quince muchachones, generalmente menores de veinticinco aos, de distintas condiciones sociales (artesanos, jornaleros, etc.) asaltaba la casa de una mujer y
"a cara descubierta, mezclando brutalidades y empujones, amenazas e injurias, violan a su presa all mismo, a veces delante de uno o dos testigos aterrorizados, o bien arrastran a la mujer por las calles y la arrojan en una casa cmplice donde se dedican a su solaz durante toda la noche"
(ibid). Vctimas especialmente elegidas para esta costumbre salvaje eran las concubinas de los clrigos, condicin que distaba de ser excepcional ya que el 32% de los bastardos legitimados en Sicilia corresponda a hijos de sacerdotes.
Los vecinos no intervenan prcticamente nunca, con lo cual el clima de inseguridad imperante para determinados sectores femeninos de la sociedad resultaba difcilmente tolerable, salvo por la existencia de los prostbulos, que contribuan a resguardar la integridad de las mujeres que quedaban.
Las jvenes de esta manera arrojadas a la prostitucin no se sentan culpables de su comercio, asistan a misa con sus rosarios y escapularios, se confesaban y eran muy generosas con la limosna. Adems, con el tiempo, y luego de pasar por una
carrera
que transcurra sucesivamente por la compaa secreta de viejos y ricos, la casa de baos y el burdel municipal, alcanzaban la integracin social por medio del trabajo domstico al servicio de alguna familia, y hasta llegaban a contraer matrimonio.
Por por otro lado es interesante conocer la composicin de la clientela que concurra a baos pblicos y burdeles: hombres de dieciocho a cuarenta aos, de todas las condiciones sociales, hacia quienes el personal de justicia, en sus escritos, no mostraba la menor animadversin. Los hombres casados concurran a los baos pblicos que eran ms caros, mientras en los burdeles de Dijon el 20% de la clientela estaba integrada por clrigos. Al respecto aclara
Rossiaud
(ibid) que no parece que
"el hecho de que los curas frecuentaran a las prostitutas fuera considerado como verdaderamente escandaloso (...). El objeto de escndalo -para todos-, era que el cura viviese en concubinato o requiriese los buenos oficios de una celestina".
Por cierto que la condena social del cura concubino no era suficiente para erradicar tal pauta entre los sacerdotes alcanzados por los cnones gregorianos (recordemos que en Oriente y en el sur de Italia, los clrigos de rito bizantino se casaban).
Los jvenes se vean impulsados socialmente a concurrir al prostbulo para dar pruebas pblicas de su
normalidad
social y fisiolgica. En pocas palabras, la concurrencia al burdel no era mal vista en ningn caso, salvo que el cliente permaneciera varias noches seguidas en l,
"haciendo ostentacin".
El status relativamente
positivo
de las prostitutas se apoyaba en la conviccin de que, como vimos, se trataba de una situacin obligada y no de una opcin, y adems, en la certeza de que las pobres constituan el nico reaseguro de la castidad de las dems vecinas de la ciudad. Funcin derivada no slo del hecho de concitar hacia el prostbulo el deseo de los varones, con lo que se controlaba parcialmente el impulso masculino general dejando a salvo a las dems mujeres, sino tambin porque se convirtieron en las personas
"ms activas en la persecucin de las muchachas secretas y de las esposas depravadas, a las que amenazaban con la denuncia"
(ibid).
No hay que sacar conclusiones apresuradas en cuanto a la tranquilidad en la vida de estas pobres mujeres, ni en cuanto a su aceptacin social: cada tanto estallaba una campaa persecutoria, generalmente debida a la interpretacin supersticiosa de algn mal colectivo y natural (sequas, inundaciones, malas cosechas, epidemias). Otra razn para que se desencadenara la persecucin era el paso por la ciudad de algn
predicador inflamado
(figura tan comn en la poca). Generalmente las acusaciones de stos apuntaban a la
brujera, rapto, seduccin de jovencitos,
etc. ya que
"la prostitucin o el proxenetismo no constituan de por s faltas determinantes de una reaccin social"
(ibid).
Sea como fuere estos datos nos llevan a pensar que exista una particular facilidad para descargar las tensiones agresivas de la sociedad en el objeto sexual ms explcito de la poca. De donde podemos concluir, creo que sin abuso especulativo, que en esta etapa histrica tampoco se quebr la continuidad de la lnea de las diversas formas de represin sexual.
Tanto en los perodos anteriores, como en ste que nos ocupa, algunos telogos intentaron, con gran timidez, rescatar el valor del placer sexual. Inclusive algunos de ellos, y en muy limitadas circunstancias, insinuaron tolerar la anticoncepcin. Fueron suficientes estos trmulos atisbos de
liberalidad
para que una sociedad que contaba con una fuerte tradicin pagana llegara a caracterizarse por una gran permisividad, la cual desaparecera de todas maneras bastante rpidamente durante el Renacimiento, que es, por ejemplo, cuando se manifest una creciente descalificacin y rechazo de la prostitucin. La Reforma, con su intransigente austeridad, provoc una reaccin convergente en la Iglesia Catlica. Reforma y Contrarreforma pusieron contra la pared a ministros concubinos, prostitutas y proxenetas. Actitud restrictiva que se reforz con la llegada de la sfilis a Europa. Las pautas rgidas anotadas son, a la vez, pruebas de algunos hbitos sexuales de la poca, as los manuales para los confesores incluan preguntas como las mencionadas por
Bresc (1988)
:
"Has tomado a tu mujer como las bestias, por detrs? (...) Has consumado el acto fuera, para no tener hijos?".
Segn
Rossiaud
(1984), entonces
"la prostitucin no muri (...) pero se volvi ms cara, ms peligrosa y rodeada de relaciones vergonzosas"
.
Con respecto a otras manifetaciones de la sexualidad,
Bresc (ibid)
ha sealado la relativa frecuencia de la sodoma en Espaa y en el norte de Italia:
"en Venecia se queman de uno a diez sodomitas anuales".
El mismo autor comenta:
"homosexualidad? Sin duda, pero tambin prcticas sustitutorias llevadas a cabo por grupos ms aislados y menos violentos que los de las ciudades rodanianas"
, aquellas que consideramos al hablar de la prostitucin en la Francia medieval.
La sexualidad extraconyugal sola conducir a un concubinato prolongado y monogmico de un noble con una mujer
enamorada
que as quedaba marcada moral y socialmente, aunque sus hijos, por ms que fueran calificados de
bastardos
podan alcanzar cierto prestigio como para ser considerados
"fuertes, violentos, astutos, fogosos en la guerra y en el amor, temidos y respetados"
(ibid)
.
Insensiblemente nos hemos ido internando en el perodo que, aceptando la nomenclatura de
Shorter
(1984), denominaremos
de la familia tradicional.
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