Observación de dos hermanos de 3 y 5 años

Situación: visita a un familiar

Edades de los niños: Antonio – 3 años       (Son hermanos)

                                     Salvador – 5 años

Apenas llego a la casa aparecen de distintos lados como buscando sorprender a los recién llegados. Luego de saludarme, comienzan a correr y agarrar juguetes del patio y a mostrárselos a todos los invitados. De allí la madre comienza a mostrarme la casa mientras ellos van y vienen mostrándome distintos muñecos nuevos y, una vez en su cuarto, las camas de autos que tienen cada uno de su color favorito. Una vez que volvemos a bajar, Salvador (5) toma el celular de uno de los invitados y comienza a jugar a un jueguito llamado angry birds. Mientras tanto, Antonio (3) con su osito a cuestas, empieza a jugar con una patineta en el jardín. 

Luego de un rato, en el cual Salvador sigue jugando con el celular, Antonio se empieza a impacientar y le demanda que el también quiere jugar, sin dejar de llevar encima su osito. Salvador, al principio sigue jugando unos niveles más pero después de un par de quejas de su hermano menor, le da el celular y le enseña a jugar. Una vez que le da el celular Salvador me toma de la mano y me lleva hasta la sala de juegos, mientras Antonio, sin entender mucho lo que le había explicado su hermano, deja el celular en la mesa y lo sigue. 

Una vez en la sala, Salvador, luego de mostrarme algunos juguetes, agarra unos cubos con figuras para apilar y empieza a recrear el juego de la computadora aclamando “¡Mira! Es angry birds”. Antonio lo mira y se coloca cerca pero a jugar con autitos y una estación de servicio con pistas. Aún sin soltar su osito. Unos minutos más tarde el menor, empieza a agarrar libritos de la biblioteca pero con la simple diversión de desordenarlos. Salvador lo ve y entonces toma un libro de Spider Man (su superhéroe preferido) y comienza a “leerlo”. 

En eso se oye que en el living está una tía, con su hijo (primo de los chicos, Francisco de 11 años), que los está llamando. Por supuesto, al darse cuenta quienes habían llegado ambos salen corriendo y saludan, primero a Francisco y luego a la tía. Esta última comienza a sacar regalos de bolsas y a dárselos, a lo que los chicos responden con caras de alegría y sorpresa y un “¿esto es todo para nosotros?” de Salvador. Una vez que termina la repartija de regalos, ambos comienzan a jugar con unos autitos que al parecer fue lo que más les llamó la atención y, sobretodo el mayor, invitan a Francisco a jugar. Es recién es este momento que Antonio se desprende de su osito y se lo da a la madre.  

Más avanzada la reunión, observé que Salvador estaba empezando a leer y que para él le era mucho más fácil reconocer aquellas letras que se encuentran en su nombre, apodo (Salvi) o la palabra “mamá” que las que no. Entonces empezamos, entre Francisco y yo a mostrarle palabras fáciles para que pudiera aprender más rápido como las que se encontraban en su camiseta de fútbol. 

Otra cosa que me observé y que creo relevante destacar es que en un momento de la tarde cuando otra tía les estaba preguntando su edad Antonio soló pudo decir la suya y mostrar los dedos  en la mano al mismo tiempo que la representaban, Salvador pudo decir la suya y la de Antonio pero no la de Francisco porque supera el 10 y, por supuesto, Francisco no tuvo ningún problema en enunciar ninguna edad.